Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Saturday, April 30, 2011

¿Apología de la religión?

Nota aclaratoria: Dado el problema fundamental de la comunicación humana, es muy probable que mis textos en este medio se puedan interpretar como una apología de la religión en general. Pero esa no es mi intención de fondo. Mi intención es dar cuenta ante mí mismo de lo que soy: un humano. Eso, por supuesto, incluye mi experiencia tanto con la Religión como con la Ciencia, así como con el Humanismo, el Arte, la Historia, la Filosofía, y tantos otros grandes temas que una persona, en plena perplejidad, se pueda encontrar hoy en su camino a la adultez. Es decir, observo que no falta quien vocifere sus meras y apresuradas opiniones acerca de esos enormes temas, pero sospecho que hay algo más en el fondo de ellos que no hay que descartar. Busco entender eso valioso que no debo equivocadamente minimizar.

Ya en otra ocasión reflexioné acerca de algunas implicaciones al ejercer la apologética evangélica de manera desinformada: Apologética o persuasión por propaganda. Ante lo cual me pregunto: ¿qué defienden los que hacen apología de la religión vulgar? Me parece una desgracia que al defender la religión vulgar se termine por alentar terribles atrocidades que lanzan a la basura precisamente lo que pretenden defender. Un ejemplo —entre muchos que surgen a nuestro alrededor cuando cuestionamos las ideas establecidas— a continuación.

El ejemplo que remito ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la actitud con la que una persona defiende su fe religiosa en contra de lo que percibe como diferente y es incapaz de lograr empatía alguna. Mi punto principal en este texto es apuntar a la escala de valores que demuestran tener quienes intentan hacer apología de la religión vulgar, una escala de valores en la cual lo humano está por debajo de lo supuestamente divino. Las consecuencias de escoger esa escala de valores es lo digno de denostación.

No pocas personas han abandonado alguna fe religiosa tradicional debido a una experiencia traumática durante la infancia en la cual se acudió intensamente a la divinidad por algún tipo de ayuda, y no percibieron que tal ayuda ocurriera oportunamente, o nunca ocurriera del todo. En algunos casos la deserción deriva en la adhesión a lo que se percibe popularmente como un extremo opuesto*. En este caso, una adhesión o militancia en el ateísmo. Esto es lo que le ocurrió a una persona en particular que ha registrado varias videograbaciones de sí misma en YouTube donde habla al respecto.

* Eso, claro, si se concibe que ambas posiciones están en los extremos de una línea recta, pero bien puede también tener sentido situar ambas posiciones como parte de una curva cerrada, en cuyo caso ambas posiciones representan el mismo punto en la curva. ¿Cuál es el extremo opuesto a un punto en una curva cerrada?

Otra persona le ha reprochado su abandono de la religión tradicional en cuestión, en este caso el cristianismo. Y el reproche consiste en decir que no tenía derecho a exigir ayuda a la divinidad pues tal vez no se la merecía. En otras palabras, en tan traumatizante situación, sufrida a los seis años de edad, tiene que aceptar que no mereció la ayuda que desesperadamente solicitó al rezar u orar. Como bien se dice al final del siguiente video: “con cristianos como esos, ¿quién necesita ateos?”, o como lo dice Robin R. Meyers: “si esto es cristianismo y estos son cristianos, yo no debo ser uno”.

El video en cuestión podría ser catalogado como “sólo para adultos”. Si usted es demasiado sensible al libre uso del lenguaje profano, incluyendo su uso en contra de la divinidad, por favor aléjese, haga el favor de retirarse y no escuchar el siguiente video. Ha sido usted advertido. De otro modo, prosiga con la evidencia del ejemplo mencionado:

Total moral bankruptcy on display

Friday, April 29, 2011

Religión vulgar

Desde mi juventud he desarrollado, poco a poco, lo que ha llegado a ser un enorme desprecio por la interpretación vulgar —descuidada— de la religión (ver: ¿La fe ciega es un estado enajenado?). Una interpretación en la cual lo humano está por debajo en importancia ante lo supuestamente divino. Donde la mentalidad y la conducta de muchos prelados y sus fieles adeptos contradicen lo positivo de la religión de la manera más ruin e incoherente. Incluyendo la genuflexión, basada en el miedo, ante la idea de dioses y entes sobrenaturales, de diablos y dioses neuróticos, de espíritus psicóticos y deidades caprichosas.

La religión es algo humano, muy humano, y veo difícil —aunque posible— que alguien pueda desarraigar de sí mismo toda interpretación mítico-místico-religiosa ante la imponente realidad natural. Pero me refiero a la disposición religiosa profunda de la mente humana, la que corresponde a la narración que hace el animal humano ante los mitos fundamentales, como por ejemplo la muerte. Para un breve soliloquio de esto último, ver: Magistral.

Por lo cual observo que la religión vulgar nos defrauda en lo más elemental como humanos, usurpando el lugar que le corresponde al pensamiento religioso profundo, ese que nos conecta con las raíces antropológicas que, también, nos ayudan a habitar la impersonal y hostil realidad natural. En este pensamiento no hay dioses ni demonios sino los que el propio humano imagine como símbolos del amor, del odio, de la mentira, la fuerza, la libertad, etc. Pero también el pensamiento religioso profundo es lo que puede sublimar la existencia humana, tal y como lo puede hacer la alta poesía.

El título de mi texto La religión como poesía tiene la intención de provocar, de incitar, la reflexión. Aunque ahí sólo estoy diciendo que el pensamiento mítico-místico-religioso profundo comparte con la alta poesía un mismo ámbito: el de la libertad de conciencia. Pues en otros ámbitos, como el de la ciencia natural, no debemos esperar que haya libertad de conciencia.

Para algunos, es lo profundo de la religión lo que se busca, lo que ayude a entendernos en nuestra realidad, pero desgraciadamente es la religión vulgar lo que se encuentra con mayor frecuencia. Por eso mi proyecto de teología filosófica pretende desarrollar una teoría teológica libertaria, que ayude a conectar a una persona con su profundidad humana, mortal. Libre de dogmatismos y del opio religioso. Creo que así se podría apreciar mejor al humanismo naturalista que, a través del pensamiento científico, logre personas con mejores bases para afrontar el futuro en este nuestro planeta Tierra.

La necesidad de ese proyecto teológico-filosófico se constata al observar las actitudes provenientes de la religión vulgar (algunos ejemplos en: La infamia del pensamiento débil), presentes incluso entre muchos miembros de la comunidad científica. Para un ejemplo sería suficiente escuchar a los fanáticos de la teoría de cuerdas en la física teórica actual.

Enfatizo que un análisis amplio de lo humano, que incluye por supuesto el sentido de fondo en el pensamiento mítico-místico-religioso, no implica en ningún momento que dicho análisis acredite la equivocada interpretación vulgar de la religión. Tampoco que legitime el pensamiento mágico sobrenatural ni el espiritualismo. A esos, por sus consecuencias, se justifica su denostación. Para un ejemplo de qué justifica tal denostación ver: ¿Apología de la religión?

Monday, April 25, 2011

¿Si no tú, quién?

¿Qué puede hacer un adulto dadas las condiciones de la civilización hoy en día? ¿Cuál estado de negación nos puede llevar a considerar que vamos bien o que cada vez estamos mejor cuando el consumismo y el mercantilismo devoran cada vez más nuestro planeta? ¿Cuánto desprecio por la vida ocultamos que la muerte es motivo de celebración?

¿Para qué molestarse con el galimatías de la historia de la filosofía o con la ilusión de llegar a pensar por uno mismo? ¿Para qué desgastarse en comprender a la especie humana? ¿Qué hay al intentar el autoconocimiento? ¿No es más fácil tomar todo con ligereza y seguir el espíritu de la época, abandonarse en la corriente del condicionamiento social establecido, ya sea económico, ya sea político, o religioso? ¿Habrá algo mejor que conseguir la versión de éxito, felicidad, libertad, amor y justicia que son dadas por nuestras sociedades hoy? ¿Por qué no simplemente ser dóciles y acatar obedientemente lo dictado por las autoridades y sus discursos paternalistas? Pues, ¿no es cierto acaso que las autoridades están ahí por buenas razones para el beneficio de todos, y que ellos ya tienen todo bajo control para salvaguardarnos y resolver los graves problemas en nuestras sociedades?

Si todo nuestro ser y actuar está ya finamente determinado por nuestras condiciones socioculturales y no hay caso en aspirar un siguiente nivel de conciencia y libertad, entonces para qué afanarse en entender el arte, la religión, la filosofía, la ciencia, etc.

Por otro lado, bien puede caber la posibilidad de que el ratón de los dientes en realidad no exista. No resulta descabellado pensar que los sorpresivos regalos en Navidad sean resultado de una inocente mentira. Hay buenas posibilidades de que las autoridades y los así llamados “líderes” de jerarquía trabajen tan sólo para su exclusivo beneficio personal o sectario. Es muy probable que la plutocracia tenga planeado sacar un as de la manga para preservar a la civilización y un nuevo status quo donde sigan prevaleciendo sus intereses. Dado el ambiente internacional y las persistentes desproporciones socioculturales, puede resultar cierto que abandonarse al supuesto “sentido común” imperante sea casi indistinguible de formar parte de la familia de los miembros de la delincuencia organizada: gozando de los beneficios cuya procedencia no queremos entrar en detalles. Por ejemplo, ¿acaso no degustas de un café comercializado por una famosa marca sin reparar en las condiciones de esclavitud infantil en que se incurre tan sólo para satisfacer las demandas del comercio injusto en contra de los cultivadores y para que los corporativos puedan obtener su despótico margen de ganancias?

Las posibilidades recién mencionadas no son optimistas, alentadoras, consoladoras. Así es, pues no vamos aquí a repartir caramelos —si entre adultos estamos.

Por mi parte, aspiro a esa adultez que demuestra la sensibilidad intelectual necesaria para abordar su entorno y su siglo de manera amplia. La aspiro pues no cuento con ella, pero intentar caminar y equivocar es parte de esa aspiración.

Si damos por sentada, como si fuese un hecho incontrovertible, nuestra permanencia indefinida en la frágil biósfera de nuestro planeta, entonces se me estruja el sentimiento al considerar la desaparición de la posibilidad de que una abuelita, en la celebración de fin de año del año tres billones, pueda decirle a su nieto cuánto lo ama.

Por supuesto, hay múltiples maneras para decir, en los hechos, sí me importa. Incluso, sin necesidad alguna de esperar a que alguien más nos diga lo que tenemos que hacer, podemos empezar por buscar la conciencia de en qué necesitamos cambiar nosotros mismos, en lo personal.

«Si no tú, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo?»—dicho talmúdico

«La acción que no revela la luz de la razón es ciega; la razón, sin acción, es estéril. Esto nos hace comprender la importancia perenne de la Ética» —Fernando Sodi Pallares

«La recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado» —Séneca

«Hemos llegado a percatarnos de que para la mayoría de los seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela»—Iván Illich

«Y es que cuanto más y más variado se lee, más se piensa, algo que desde el poder con frecuencia se ha intentado impedir» —Heinrich Heme

«¿Estáis realmente contentos, hombres, de ser hombres como lo sois hoy, medio hombres, medio bestias, centauros sin gallardía, sirenas sin dulzura, demonios con hocico de fauno y pies de cabra?» —Giovanni Papini

«El poder del pensamiento científico, a pesar de lo falible que seguramente es, reside en su compromiso de observar y explicar las cosas tal como son, independientemente de que uno desee que las cosas sean así o no» —Guy Claxton

Friday, April 22, 2011

La religión como poesía

¿Será posible que el ser humano pueda permanecer privado por completo de interpretaciones religiosas de su propia vida y del mundo?

En el contexto de las tradiciones religiosas abrahámicas, la fe parece ser una disposición con la que se cuenta por completo o se carece del todo, es decir, no se aceptan niveles de fe. ¿Cómo entender la exigencia de fe por parte de la religión? ¿Por qué la fe es una obligación en el ámbito religioso? Es cierto que la fe como confianza es requisito indispensable para vivir, incluso para iniciar un día es necesario no reconsiderar el supuesto que aparecerá el Sol por el horizonte, esa es la fe animal descrita por George Santayana. Por otro lado, y en el contexto señalado, estamos hablando de la fe teologal, la que, en el caso del cristianismo, dictó dogmáticamente la comunidad que después llegó a ser la iglesia dominante en la Roma antigua. La época actual heredó ese dogma ante el cual se exige una confianza absoluta. Pero, ¿cuál patrón de consistencia podría sostener una confianza absoluta?, ¿sobre qué se basa dicha confianza?, ¿en cuál ámbito se justifica el nivel de confianza exigido por la religión?

Para entender la fe teologal, como certeza articulada, es necesario explicarla en un campo distinto al campo dominado por el conjunto de las fuerzas de la Naturaleza. De otro modo, si se pretende mantener a la fe teologal frente a la dictadura natural, entonces estamos en presencia de una descomunal malinterpretación: confundir la fe como conocimiento, mezclar la fe con lo que debe fundamentar la conducta. De ahí, de ese tropiezo, se llega a la justificación de actos atroces en contra de la humanidad por los cuales la religión, vulgarmente interpretada, se ha ganado tan mala fama.

La fe teologal tiene su justo lugar en formas simbólicas de expresión estética, donde la libertad de conciencia tiene su pleno desarrollo sin presunciones exageradas y sin las consecuencias negativas provocadas al mezclar indebidamente la fe teologal con el campo del realismo. El pensamiento religioso es una interpretación simbólica que comparte el mismo ámbito que el pensamiento poético. La más sublime reverencia y devoción a la idea de lo absoluto —lo sagrado— puede ser expresada libremente y sin límites en el campo poético. Nadie está obligado a aceptar como cierto o falso el contenido de la expresión estética. Ya esto representa un significativo desarrollo de la subjetividad, ya sirve para la vida interna, personal; y al manifestarlo, ya muchos podrían disfrutar y enriquecerse por tal subjetividad a través del pensamiento estético y de su ejercicio.

La libertad de conciencia reina suprema en el pensamiento religioso profundo, así como lo hace en la alta poesía. Una conexión intensa con el lenguaje y con las bases de lo humano, una fantasía creadora y una pasión intelectual, una viva imaginación al filosofar y al teologar, caracterizan a una alta poesía, del mismo modo que caracterizan al ejercicio teológico-filosófico.

Si alguien interpreta estos párrafos como una denostación del pensamiento religioso vulgar —no especializado, por ejemplo el biblicismo o literalismo bíblico—, no está muy lejos de mi intención de fondo; pero enfatizo, claro debe quedar, que no denuesto en modo alguno a las personas en sí, sino a las consecuencias sociales provocadas por las malinterpretaciones populares e incautas. Del mismo modo, si alguien interpreta mis palabras como una exaltación al esmero por indagar y explicarse ese sentido místico-religioso profundo de la vida humana, entonces se acerca a la comprensión de lo valioso en perseguir una teoría teológica libertaria.

Parece necesario aclarar que una teoría teológica puede plantearse tanto para intentar legitimar a los sistemas doctrinales establecidos —por ejemplo por las tradiciones abrahámicas— como para instaurar un nuevo orden en el imaginario personal que nos exima de los agotados dogmatismos de dichos sistemas religiosos establecidos. Dada la gran cantidad de personas que supuestamente son muy religiosas en nuestras sociedades y que al mismo tiempo han sido defraudadas en exceso por sus sistemas doctrinales dogmáticos al no ser debidamente informadas de qué es la religión, es que se hace relevante promover una cultura de indagación teológico-filosófica que nos ayude a proseguir «en la búsqueda de respuestas últimas congruentes con las respuestas próximas que ofrece la realidad científica de la Ciencia natural. Pero sin el temor ni el temblor que proponen las agotadas teologías basadas en dogmas; es decir, sin el opio religioso» —¿Para qué teología filosófica?

La religión, como forma simbólica, servirá también para conocernos a nosotros mismos. Sucede como en la apreciación estética: al reflexionar sobre nuestra experiencia ante una obra artística llegamos a conocer más de nosotros mismos que de la obra en cuestión. El escritor irlandés George Bernard Shaw dijo algo como «El espejo se usa para verse el rostro; el arte para verse el alma». Una teoría teológica, ya sea insulsa o profunda, dice más de quién se la apropia que dice de los dioses.

Sunday, April 17, 2011

Providencial

Recién agregué una nota aclaratoria en la página: Carta personal. Pues para el texto original utilicé la palabra provisional más en relación a una provisión —providencia o disposición conducente al logro de algo— que en relación a algo temporal.

Thursday, April 14, 2011

Proyecto laico

Uno de los resultados de mi indagación teológico-filosófica tendría la forma de una teoría teológica orientada a liberar al humano de los miedos que históricamente han impuesto los sistemas religiosos dogmáticos tradicionales. Pienso, provisionalmente, que sería apropiado clasificarla como una teoría teológica libertaria, donde la libertad de consciencia reine tal como reina en el ámbito poético.

Desde luego, tal teoría teológica estará acompañada de una descripción del campo semántico en el que se desenvuelve. Como ya antes he propuesto, el ejercicio indagador de la filosofía teológica es necesario para abordar seriamente al fenómeno de la religión hoy en día. Pues abordar los problemas del fenómeno religioso, como fenómeno cultural, requiere más atención, no menos. Debido a que es algo que nos afecta de maneras escandalosas y también de otras muy sutiles, como dice Fernando Savater en su obra La vida eterna: «No hace falta estar adscrito a ninguna línea doctrinal religiosa entre las vigentes para interesarse por la cuestión que suscita el tema de Dios...» y de la religión en general.

Mi proyecto para lograr tal teoría teológica, por supuesto, tiene un carácter laico y personal. Reitero lo mencionado en la primera referencia: “Mi propuesta principal consiste en promover la investigación teológico-filosófica, lo importante para mí es aprender de la reflexión profunda de los demás y difundir sus reflexiones. No tengo interés en promover una teoría teológica en particular. Mi propio proyecto teológico-filosófico tan sólo sería una aportación, pero no pretendo promoverlo más allá de lo que su propio valor intrínseco lo amerite”.

Saturday, April 09, 2011

¿Opinar?

¿De dónde viene nuestra actitud de opinar sobre un tema del que ni siquiera hemos primero indagado y entendido al menos dos posiciones opuestas?

Asumo que a cada uno, en posiciones opuestas en una discusión, le pasó lo mismo: le enseñaron que así es. Asumo también que después de esa enseñanza parcial nos dijeron algo como: esa es “tu educación”, o eso es lo que quisimos creer. Es casi seguro que quienes estuvieron ahí —padres y maestros— habrán hecho un esfuerzo respetable, por lo que no se les puede asignar toda la culpa por el hecho común de quedarnos con una sola versión de mundo. Me pregunto cuánto influyen la familia, los amigos, la televisión, y en general el acondicionamiento social que impere para cada uno. Pero, con todo, sospecho que un factor determinante para la educación propia es, pues, uno mismo. ¿O será el caso que existe una imposibilidad real para que uno llegue, por uno mismo, a valorar otras versiones del mundo?

Observo que la desproporción pragmática —por la cual llegamos a estar convencidos de conocer un tema cuando en realidad tan sólo lo hemos tocado en la superficie— es una de las causas por las cuales tendemos a permanecer con una sola versión del mundo. “¿Para qué te desgastas? Así es el mundo real, ¡y no lo vas a poder cambiar!” En realidad no tenemos que cambiar al mundo, tan sólo existe el imperativo de empezar el cambio en uno mismo.

Otra posible causa por la que mantenemos meras opiniones —a diferencia de conocimiento confiable— es el miedo a lo diferente. Tal que preferimos arroparnos entre los que opinan igual que nosotros. En las muy superiores palabras de Martha C. Nussbaum en su libro Libertad de conciencia – contra los fanatismos: «Cuando las personas sienten miedo e inseguridad les resulta sencillo demonizar a los que son diferentes, buscando seguridad en la solidaridad»

La pregunta inicial refleja mi interés en aprender a no perder las oportunidades para quedarme callado. Pues ha bastado un poco de introspección para observar cuán frecuente pierdo esas oportunidades, al expresar meras opiniones sobre cuestiones relevantes para mí pero sin haber contemplado con seriedad al menos las perspectivas más fundamentadas. Por ejemplo, recuerdo defender firmemente el dogma cristiano de la vida eterna asumiendo la perspectiva del realismo ingenuo donde el significado de “ser” y “estar” tiene un sentido literal. Mientras que ninguna de las perspectivas más fundamentadas incurre en semejante equivocación. Por lo que para temas relevantes, los que afectan nuestro aquí y nuestro ahora, aspiro a ser más cuidadoso y pensar más de dos veces antes de ser vociferante con una que resulte mera opinión. Pues vociferar meras opiniones ha sido la causa de mucho dolor y sinrazón en el mundo como para contribuir con todavía más. Por otro lado, para no quedar por completo mudo, debo abrazar mi estado permanente de equivocidad y de continuos despertares. Pues, a menos que esté enamorado de mis propias palabras, lo más probable es que la mayoría de mis opiniones actuales carezcan del más mínimo sustento y deban ser mejoradas o reemplazadas por otras. De otro modo, ¿dónde quedaría el aprendizaje?