Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, October 30, 2011

Pensamiento doctoral

¿Qué es una licenciatura? ¿Qué es una maestría? ¿Qué es un doctorado? ¿Son grados académicos inventados por el gremio magisterial? En el caso, ¿no podría ser que las destrezas intelectuales asociadas a tales grados académicos ya están al alcance de quien las busque y sin necesidad del mero trámite oficializado por una institución gremial?

Con contenidos académicos libremente disponibles en Internet, como las clases del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), o Stanford, o Carnegie Mellon, ¿qué razón hay por la cual no desarrollar las destrezas intelectuales de nivel maestría o doctorado? ¿O el pensamiento doctoral sólo podrá ocurrir después de lograr el título oficial?

El gremio magisterial, el cual es un ramo de servicios, podría no estar haciendo un buen trabajo si consideramos el fraude que al final del día ha resultado ser la “educación” de quienes están al frente en la sociedad actual —dadas las desproporcionadas diferencias en los niveles del bien común en el mundo. Así que yo no estoy a favor de la popular idea de “academia” que termina siendo un negocio elitista y estratificado. La idea de educación es algo mucho más grande como para dejarlo en manos del gremio magisterial. La idea de educación, por supuesto, debe estar en las manos del propio individuo.

Un ejemplo de contenido académico libremente disponible:

Una introducción a la biología del comportamiento humano

Ahora, ¿para qué una maestría o para qué un doctorado? ¿Para desarrollar las destrezas intelectuales asociadas o para tener el trámite cubierto y luego afanarse por un salario más “competitivo”? Trámite o no, título o no, lo relevante sería ensanchar la lucidez cognitiva para hacer una mejor y más esmerada aportación a la sociedad hoy.

La definición precisa de una maestría —como grado académico— depende de la materia en cuestión y del particular gremio magisterial que ofrezca dicho grado. Sin embargo, un rasgo de las capacidades asociadas a una maestría es, por ejemplo, la correcta aplicación de principios teóricos a situaciones concretas; lo cual implica un dominio sólido de la teoría en cuestión. La acción clave ahí es «aplicar» por lo que la pericia intelectual para distinguir diferentes niveles de abstracción es esencial. Aun cuando, en ocasiones, para una maestría se enfatiza la experiencia me parece que tal énfasis suele ser desproporcionado. La aplicación es algo distinto a la experiencia. La experiencia tiene su propio mérito pero en un renglón diferente al de la aplicación. Es decir, por ejemplo, el número de veces que se haya realizado 2+2=4 no guarda ninguna relación con la adquisición adicional de destreza en la aplicación del principio matemático. Eso quedó claro a partir de Immanuel Kant y su síntesis dialéctica entre el racionalismo y el empirismo; como está registrado en la historia del esfuerzo epistemológico. Pero, por desgracia, aún hoy no es común la demarcación entre aplicación y experiencia; por el contrario, lo común es ufanarse de “veinte años de experiencia” pero sin distinguir entre un año repetido diecinueve veces o veinte años de aprendizaje diverso, amplio y profundo con bases teóricas sólidas.

La definición precisa de un doctorado —como grado académico— ofrece el mismo avatar que la maestría. Pero un rasgo común en las destrezas a nivel doctorado es aquel de las diversas técnicas de investigación: descubrir; es decir, hacer transparente algo que antes era opaco para el entendimiento humano. El pensamiento doctoral intenta empujar los límites del conocimiento y, en su forma básica, lo hace sin perseguir, en principio, ninguna aplicación práctica. El pensamiento doctoral se distingue por su ejercicio teorético a través del cual nuevas y más potentes teorías se desarrollan tanto en el campo científico como en el campo sociocultural; este último campo incluye, por ejemplo, teorías socioeconómicas, teorías teológicas, teorías estéticas, etcétera. Las teorías son los mapas que podemos utilizar para orientarnos en un tema; las teorías son los mapas de los que hablo en: Sobre ser adulto. La relevancia del desarrollo teorético en cualquier campo se puede observar, por ejemplo, al preguntar: ¿Para qué teología filosófica?

La importancia por la cual el pensamiento doctoral debe guardar distancia con el pensamiento práctico está sostenida por consideraciones de gran calado relacionadas con el rumbo potencial de la humanidad en adelante; es decir, con la distinción entre lo real y lo posible, y por tanto con la posibilidad de transformación a nivel individual o colectivo: Mito y transformación.

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