Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Friday, November 11, 2016

Sobre «Dios» — Hacer teología – Parte I


A ver, ya en serio, ¿cómo que la Biblia es la “Palabra de Dios”? ¿Qué significa decir eso? No todos los judeocristianos verdaderos piensan de la misma manera: algunos difieren y demuestran con sus teologías que la “Palabra de Dios” es la persona de Jesucristo, no el conjunto de libros conocido como la Biblia.

Pero, al decir “Palabra de Dios”, ¿se debe entender como una referencia a la persona de Jesucristo en todos los casos? Para algunos judeocristianos verdaderos la respuesta es un rotundo sí, con base en sus propias teologías. Para otros la respuesta es un sí matizado pues sus cristologías admiten la moderación y más recato ante los fanatismos. En definitiva, es una afirmación que sólo se puede entender dentro de un esquema teológico particular.

Otros judeocristianos verdaderos contestan un rotundo no. Y aclaran de inmediato que Jesucristo, dicen, no es la Palabra de Dios, sino el Hijo de Dios. Todos ellos, por supuesto, justifican sus teologías y cristologías en las partes de la Biblia que más les acomoda para lo que de antemano han decretado como su verdad propia.

El hecho histórico es que Jesucristo fue un ferviente judío que vivió en la Palestina antigua. Por lo que es correcto denominar a sus seguidores como ‘judeocristianos’.

Todo este asunto acerca de la diversidad de judeocristianismos a lo largo de la historia, desde sus antecedentes en el devenir histórico del judaísmo como parte de las religiones abrahámicas, hasta nuestros días, es un fascinante entramado de temas para analizar.

Mi interés es entender más el asunto desde una perspectiva histórico-crítica, no devocional, ni mucho menos moral. Desde hace ya casi ocho años que tomé conciencia del tropiezo al intentar tomar estas tradiciones religiosas judeocristianas como base para un sistema moral personal. Para un sistema moral personal hay otras bases que son diferentes y mucho más amplias y de mucho mayor alcance e impacto personal.

Ahora mencionaré algo sobre el tipo de ejercicio teórico del cual ha surgido la diversidad de teológicas y cristologías en la historia de los judeocristianismos. Me refiero al ejercicio teológico.

No hablo de ser un receptor pasivo de la teología de otros, sino de ejercer las facultades propias para desarrollar —a lo largo de muchos años, después de muchas vivencias y de muchas lecturas— una teoría teológica personal. Si la indagación teológica es importante para alguien, entonces ese es el camino que le recomiendo tomar. Por otro lado, si alguien no le parece que el tema amerite ese gran esfuerzo implicado, entonces quizá aceptaría que el tema no le resulta, en los hechos, algo realmente importante de manera personal.

Los sistemas judeocristianos de creencias —es decir, las teorías teológicas judeocristianas— están registrados en los textos de sus autores. Los primeros textos empezaron a ser escritos, al parecer, entre 30 y 65 años después de la muerte de Jesucristo. Esos textos exponen las primeras teorías teológicas de los judeocristianismos. Por ejemplo, las cartas de Pablo de Tarso son los primeros textos de esas formas nacientes de judaísmo, seguidas de los textos anónimos de los cuatro evangelios canónicos. Todos esos textos fueron escritos en griego koiné y exponen teologías diferentes pues responden de manera diferente a preguntas básicas como: ¿quién fue Jesús?, ¿qué hizo y qué dijo, por qué y para qué?, ¿a quién dirigió sus palabras?, etc.

Dado que no hay registros de ningún texto escrito por la mano de Jesús —quien, como la mayoría en la Palestina antigua, quizá no tenía la capacidad de realizar una composición escrita más allá de palabras sueltas en lengua aramea—, entonces no hay realmente una teología que proceda directamente de Jesús. Lo que hay son teologías judeocristianas indirectas, de segunda mano —digamos—, las cuales empezaron a ser escritas aproximadamente 30 años después de la muerte de Jesús para el caso de las primeras cartas de Pablo. El texto anónimo del cuarto evangelio canónico se escribió aproximadamente 65 años después de haber muerto Jesús.

Algunas teorías teológicas en la historia han sido más conocidas pues sus textos se incluyeron en el canon neo-testamentario, pero ya existían numerosas y diversas teologías que también intentaban responder a aquellas preguntas básicas sobre los movimientos en el interior del judaísmo a partir de la muerte de Jesús —quien es uno de los judíos más famosos en la historia de la humanidad desde entonces (otro judío muy famoso sería, por ejemplo, y en la época moderna, Albert Einstein).

En un siguiente comentario continuaré reflexionando sobre el ejercicio teológico como un ejercicio principalmente teórico y sobre su importancia para un adulto. Entre tanto remito una nota al respecto: Sobre «Dios» — La teología libera.

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